Te voy a contar algo que no hace mucho que me paso..
Una de esas cosas que al principio piensas:
“Bah, no será nada.”
Hasta que deja de ser “nada”.
Un día me dolían las rodillas.
Al siguiente, los dedos.
Después… los tobillos.
Pensé que sería el colchón.
O que me había dado un golpe con la cama.
O que me estaba volviendo un poco hipocondríaca.
Pero no se pasaba.
Y dentro de mí, había algo que decía:
“Esto no es normal.”
Mi padre tuvo artritis reumatoide.
Y yo, por si acaso, me hacía análisis todos los años.
Vitamina D. Factor reumatoide.
Todo controlado. O eso creía.
Busqué en internet.
En Instagram.
Quería encontrar a alguien que contara algo que me sonara familiar.
Pero lo único que encontraba era humo.
Productos milagrosos.
Promesas rápidas.
Y ninguna historia que me hiciera sentir menos sola.
Así que decidí crear la mía.
Este blog es para quienes necesitan ponerle palabras al cansancio.
A ese dolor que cambia de sitio cada día.
A ese miedo silencioso que nadie más parece notar.
Aquí no hay soluciones mágicas.
Ni frases de autoayuda.
Pero sí hay verdad. Y compañía.
Y, por qué no, algo de cotilleo también.
Si estás pasando por algo parecido,
suscríbete para leerlo todo desde dentro.
Te escribiré como quien le escribe a una amiga:
sin filtros, sin postureo, sin fórmulas raras.
Solo vida real.
Como la tuya.
Como la mía.